Existen ciertos errores más comunes de lo que se piensa que no son realmente buenos para la correcta aplicación de cosméticos en la piel y se debe de conocer cuáles son
Muchas veces se compran productos de cosmética, pero no se consigue sacar a la piel todo el partido, y quizás no es la culpa de esos aliados de belleza, Pues se debe de tener en mente como una posibilidad más que factible, porque se han reconocido una serie de errores que parecen ser más que comunes y que pueden llevar a no tener el rostro tan bien como se desearía. Algunas expertas del sector han hecho un recorrido por algunas de las causas que podrían estar haciendo que la piel se vea apagada, con granitos, con rojeces y otro sinfín de otras particularidades que no nos suelen gustar nada.
Huir de los limpiadores en aceite
Este es uno de los errores más cometidos por quienes tienen piel grasa, algo promovido por el pánico a que se vuelva aún más oleosa, pero parece ser que, lejos de lo que puedan creer, son ellos y ellas los que más se pueden beneficiar de un limpiador de este tipo, ya que «El aceite es capaz de arrastrar al aceite, por lo que un limpiador oleoso o en bálsamo tendrá más capacidad, no solo de llevarse el maquillaje y los restos de protector solar, sino también ese exceso de grasa que pueda haber en la piel», analiza Sonia Ferreiro, cosmetóloga y biotecnóloga de Byoode. «Un limpiador en aceite debe usarse como primer paso de la doble limpieza por la noche, seguido de uno en gel a base de agua. Quien haga esto, verá cómo su piel cambia drásticamente». De hecho, la experta comenta que, incluso sin haber usado maquillaje, una piel grasa podrá hacer esta limpieza en dos pasos por la noche y ello ayudará a regular los niveles de sebo, ya que cualquier aceite que se está aplicando con el limpiador luego lo retiraremos con agua y con el segundo limpiador. Para ella, «una limpieza en profundidad es lo más clave para una piel perfecta, libre de brillos, puntos negros…», añade.
Evita las palmas de las manos
Un gesto más que habitual es aplicar los productos sobre la palma de las manos. Visualízalo: pones la mano en forma de cuenco y echas en ella las gotitas del suero, masajeas en la mano y lo llevas al rostro. Pues esto parece ser un error de primero de belleza. ¿El motivo? «Mientras que las yemas de los dedos no son absorbentes, el interior de las palmas sí lo es. Por ello, si se echa ;el producto en las palmas, estas absorberán parte del producto, evitando que lleves al rostro la dosis adecuada», apostilla Bella Hurtado, directora técnica de Boutijour, quien añade que «lo ideal es aplicarlo en las yemas de los dedos, masajear el producto en ellas y de ahí distribuir homogéneamente por la piel de rostro, cuello y escote». ¿Te imaginabas que estabas desperdiciando producto solo por hacer esto que es tan común? Seguro que no vuelves a tropezar con la misma piedra.
Evita el agua fría y caliente
El agua debe estar tibia, concretamente a unos 30ºC, grado arriba, grado abajo. «Esto es clave para que poder fundir junto con el limpiador las impurezas y que se retiren adecuadamente de la piel», analiza Estefanía Nieto, directora técnica de Omorovicza. Pero ¿si cuanto más calor, más se funde, por qué no hacerlo agua caliente? «El agua caliente puede hacer que eliminemos algunos de los componentes lipídicos que forman la función barrera de la piel, por lo que no es recomendable», añade. Aparte, si, por el contrario, apostamos por el agua helada, como recomendaban las abuelas, «es cierto que fomentaremos la descongestión del rostro, pero la suciedad más oleosa solidificará y se asentará en la piel». Así que el agua ni fría ni caliente y, así, limpiaremos el rostro en profundidad, algo importantísimo, según explicaba la experta de Byoode, Sonia Ferreiro.
Cuidado con masajear el rostro demasiado
Todas solemos frotar las manos con el cosmético en el rostro en un afán desmesurado de que los principios activos penetren en la piel, pero Raquel González, cosmetóloga y directora de educación de Perricone MD, especifica que «En pieles sensibles, las puede alterar. Son tejidos cutáneos que, cuanto menos los removamos, mejor». Además, puede fomentar el envejecimiento «ya que determinados masajes faciales podrían incentivar la aparición de arrugas por repetición de determinados gestos», añade. ¿Cómo hacerlo entonces? «Llevando las manos al rostro y sellando, sin desplazar, hasta que se absorba el producto», concluye.
No usar la cantidad exacta
Se sabe que da pereza, pero las instrucciones de un cosmético no son las que se necesitan para montar un mueble de Ikea, así que tranquila. Es fundamental leerlas para saber qué cantidad de producto se debe utilizar, ya que quedarnos cortos «puede hacer que la piel no reciba todos los activos que necesita», explica Elisabeth San Gregorio, directora técnica de Medik8, y pasarnos de rosca podría hacer «que se congestione la piel, quizás con demasiados nutrientes que produzcan brotes, o que se irrite, si le están dando ingredientes potentes como un ácido exfoliante, por ejemplo», concluye Natalia Abellán, responsable técnica de Ambari.