Cómo cuidar las manos y protegerlas de las bajas temperaturas.

Cómo cuidar las manos y protegerlas de las bajas temperaturas.

La piel de las manos es una de las más sensibles de nuestro cuerpo, casi tanto como la del rostro. Y, a diferencia de otras áreas menos delicadas, las manos están constantemente expuestas a todo tipo de elementos que pueden dañarlas. Los cambios de temperatura o el roce con superficies duras y ásperas son solo dos ejemplos de lo que afrontan cada día. Las usamos para sostener una taza de chocolate caliente, para jugar con la nieve, para fregar los platos…

En invierno, las manos sufren más. Son una de las zonas más expuestas a los agentes externos (el sol, el frío, la lluvia o el aire seco del interior de las casas), que van dañando la barrera de protección natural que tiene su piel, en las manos, tenemos menos cantidad de glándulas sebáceas y menos panículo adiposo que en otras zonas del cuerpo, además, cuando la temperatura es baja, se produce una vasoconstricción sanguínea y se reduce la función de las glándulas sebáceas cuya función es crear una barrera protectora. Esto, unido al viento, la sequedad ambiental y los cambios bruscos de temperatura, hacen que se deteriore esta protección que tenemos. En otras palabras: el frío no solo irrita y reseca las manos, sino que impide que conserven su hidratación natural.

Además, al frío de esta época del año hay que sumarle el efecto de los jabones y geles hidroalcohólicos, que llevan meses acompañándonos a todas partes. Estos productos eliminan la capa de grasa superficial de la piel, lo que deriva también en la aparición de sequedad e incluso de grietas o heridas, en el caso de las pieles más castigadas o más sensibles.

Según explican los expertos Nivea las características de la piel de las manos se asemejan a las de otras partes del cuerpo, como el cuello o el escote; y, al igual que en estas dos zonas, en las manos es donde más se nota el paso del tiempo. La piel de las manos es muy resistente, ya que las usamos continuamente, pero también es muy fina. Por eso, al estar expuesta cada día a agentes externos y otros daños, sufre con rapidez los signos del envejecimiento. Con el tiempo, aparecen manchas, arrugas y sequedad, aspectos que se aceleran durante el invierno si no se sigue una rutina adecuada.

Por otro lado, la piel no es igual en el dorso que en las palmas. Cada parte tiene sus propios rasgos y requiere de una atención distinta:

  • La piel del dorso es muy fina y tiene menos tejido adiposo, es decir, menos grasa. Eso implica que es muy sensible, se reseca rápidamente y es la que envejece con más facilidad. Por eso, su cuidado debe ser una prioridad también en cualquier rutina antienvejecimiento.
  • Las palmas contienen más tejido adiposo y tienen una piel más resistente y gruesa. A diferencia del dorso, no tienen glándulas sebáceas ni vello, pero su piel sí tiene más queratina, y eso hace que les cueste más absorber la hidratación de las cremas.

Consejos para proteger y cuidar las manos del frío:

  • Evitar los jabones muy agresivos
    Los jabones muy astringentes potencian la deshidratación, especialmente en la situación actual en la que nos lavamos más de lo habitual. Para evitar la irritación y la sequedad, lo mejor es optar por jabones que contengan ingredientes nutritivos, como el aceite de coco o el aloe vera. En el mismo sentido, es recomendable no abusar del agua muy caliente, ya que las altas temperaturas hacen que la piel se reseque o incluso que se produzcan rojeces, picor o incluso otro tipo de irritaciones y eccemas.
  • Usar productos hidratantes
    La crema es imprescindible después de lavarnos las manos, a fin de reponer la hidratación perdida y recuperar la barrera cutánea protectora. Puesto que es un producto que se utiliza varias veces al día (mínimo una por la mañana y otra por la noche), lo ideal es que no sea pegajoso y se absorba fácilmente. Las cremas de manos nutritivas con Dexpantenol y aceite de caléndula son un remedio rápido y eficaz. Suavizan de inmediato la piel estropeada, la protegen y estimulan el proceso de regeneración.
  • Llevar guantes
    Es una forma sencilla de proteger la piel de la agresividad del frío. El material más recomendable es la lana natural o el algodón, ya que permite que la piel respire.
  • Protector solar
    El sol es uno de los mayores potenciadores del envejecimiento. El protector solar nunca debe faltar en la rutina diaria, ni en verano ni en invierno, especialmente si no se usan guantes. La piel de esta zona es muy sensible y propensa a la aparición de manchas solares, por lo que hay que protegerla de la radiación ultravioleta antes de salir y reaplicar cada dos horas, aproximadamente.
  • Beber suficientes líquidos
    La hidratación no solo se aplica por fuera, sino también debe estar presente en el interior de la piel. No es necesario esperar a tener sed para beber agua. En invierno, se puede complementar la ingesta diaria de líquidos con infusiones calientes o zumos, por ejemplo.
  • Reducir la sequedad del ambiente
    La calefacción es necesaria en esta época, pero reseca el ambiente y acentúa la sequedad y la irritación de las manos. Este es el motivo por el que hay que intentar que el aire no esté demasiado reseco en casa. Los humidificadores se encargan de devolver la humedad al ambiente, por lo que es muy recomendable su utilización.
  • Evitar los secadores de aire caliente
    El aire caliente también reseca y deshidrata. Lo mejor es evitar los secadores de aire y optar por toallas de tela o de papel para secarse las manos.
  • Una exfoliación suave
    Consigue que los productos hidratantes penetren en profundidad. Una vez eliminadas las impurezas y las células muertas, la piel está preparada para recibir los tratamientos nutritivos que tanto necesita en invierno.

Puede usarse un exfoliante ya preparado o hacerlo en casa, mezclando tres cucharadas de aceite de oliva con dos de azúcar y dando un suave masaje. El aceite hidrata, al tiempo que el efecto peeling del azúcar favorece la circulación y elimina las células muertas.

  • Tratamiento nocturno
    Las pieles muy secas pueden requerir algo más de hidratación que la que proporcionan las cremas más comunes. Para ellas, el extra puede venir de una mascarilla nocturna. Solo hay que escoger una crema bastante densa e hidratante, como, por ejemplo, la popular crema de la lata azul, NIVEA Creme, y aplicarla de forma generosa antes de dormir. Después, se colocan unos guantes suaves de algodón y se deja actuar toda la noche. A la mañana siguiente, la piel habrá absorbido poco a poco todo el producto, por lo que estará lista para empezar un nuevo día de frío, lavados frecuentes y geles hidroalcohólicos. Si lo que queremos es una hidratación más intensiva podemos cambiar los guantes de algodón por unos de plástico durante 30-60 minutos ya que la oclusión hace que la crema penetre mas profundamente.
  • También las uñas
    Además de cuidar las manos es importante que prestemos atención a la salud de nuestras uñas, por ello, lo más cómodo y sencillo es que cuando nos estemos dando crema en las manos no olvidemos aplicarla también en las uñas con un masaje leve. También podemos utilizar un bastoncillo impregnado en aceite para la parte de las cutículas.

La doctora María Agustina Segurado, experta asesora de NIVEA ha comentado: “Cuando hablamos de rutina de belleza, tendemos a olvidarnos de las manos. Lo normal es que nos acordemos cuando la piel ya no puede aguantar más, se muestra irritada y tirante y nos pide a gritos un poco de cuidado. Sin embargo, para unas manos bonitas y sanas hay que evitar llegar a ese extremo, que se alcanza mucho más rápidamente en invierno. Por eso, en NIVEA hemos recopilado estos sencillos consejos, para orientar acerca del cuidado de esta zona tan delicada del cuerpo en los meses de frío. Usamos las manos cada día y la manera en que las tratamos se termina reflejando en su salud”.

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