Los alumnos con malas calificaciones tienden a desmotivarse y perder el interés, porque prefieren ser percibidos como vagos que como poco capaces.
Es aconsejable ver más allá del boletín y plantearse qué subyace tras esas calificaciones: malestar emocional, falta de interés o motivación o necesidad de reforzar las habilidades para afrontar el aprendizaje.
Se acerca el final de un curso que para todos ha resultado complicado, tanto para alumnos como para profesores, que tuvieron que abandonar de manera apresurada sus aulas justo cuando arrancaba el tercer trimestre, decisivo en muchas ocasiones. Si bien es cierto que el gobierno ha propuesto que se trate de promocionar a los alumnos que hasta ahora contaban con buenos resultados, algunos niños y niñas de Primaria recibirán boletines en los que tendrán que enfrentarse a las temidas malas notas. Y en ese momento las familias nos preguntamos ¿qué ha ocurrido? ¿qué podemos hacemos ahora?
Desde la editorial RUBIO, su asesora experta en psicopedagogía, Celia Rodríguez, trata de dar respuesta a los motivos que en muchas ocasiones se esconden tras estas malas calificaciones y algunos consejos para poder darles remedio.
Las notas suelen ser un reflejo de la evolución académica del alumno a lo largo del curso escolar, indican su rendimiento y el nivel de aprendizaje, competencias y conocimientos desarrollados. Por lo tanto, se entiende que una puntuación o evaluación insuficiente muestra que no se han alcanzado los objetivos de aprendizaje, y la adquisición de competencias y conocimientos previstos. No obstante, tal y como apunta la experta de RUBIO, las notas son solo un número que etiqueta a los alumnos. Por eso, cuando un niño saca malas notas aconseja que nos planteemos ¿qué puede haber realmente detrás de las calificaciones?, porque en muchas ocasiones nos encontramos con una problemática que va mucho más allá de lo que pone en el boletín académico.
Cuando un niño no alcanza el aprendizaje que se espera por edad, nivel cultural y educativo, etapa de desarrollo y etapa educativa, las razones que subyacen, y que no podemos obviar, pueden ser:
- Algún malestar emocional que impide que el niño centre su atención en los contenidos académicos.
- Falta de interés y de motivación por el aprendizaje y por las tareas escolares, en las que el alumno no se implica y no se siente protagonista.
- El alumno no sabe aprender. Es decir, que no tiene desarrollada la competencia de aprender a aprender y, por tanto, carece de las habilidades para enfrentarse y afrontar los aprendizajes.
- Cuando esto ocurre, las consecuencias negativas para el alumno con malos resultados académicos van más allá del hecho puntual de suspender o repetir. Tal y como apunta Celia Rodríguez, “el alumno que saca malas notas normalmente se desmotiva más y tiende a prestar cada vez menos interés por las tareas y aprendizajes académicos. Además, su autoestima académica baja, porque se percibe a sí mismo como menos capaz para afrontar las tareas académicas, por lo que tenderá a evitarlas para no tener que enfrentarse a ellas. A nadie le gusta creerse menos capaz, tampoco a los niños que en muchos casos prefieren ser considerados vagos a poco capacitados. El circulo vicioso se inicia”.
- Cuando esto ocurre, las familias no saben cómo enfrentarse a esta situación. Por eso, desde la editorial RUBIO, su experta nos deja algunas pautas sobre cómo podemos actuar, máxime en una situación tan delicada como la que están viviendo nuestros pequeños.
Cómo reaccionar ante unas malas notas en un momento complicado
- Ahora es fundamental sentarse con él y escucharle. Es bueno explicarle que esta situación tiene solución y que no está solo. La presión es estos momentos ya es grande, debido a un confinamiento largo y agotador para ellos, por lo que hay que evitar cargarles con más frustraciones que les puedan desbordar.
- No podemos cargar toda la responsabilidad en él y exigirle mejorar la situación sin enseñarle cómo hacerlo. Está claro que tiene que ser consciente de su parte de responsabilidad, pero para solucionarlo es importante que le ayudemos a desarrollar la competencia de aprender a aprender y que promovamos el desarrollo de habilidades para que el alumno pueda enfrentarse a sus aprendizajes.
- Tratar de encontrar durante el verano experiencias de aprendizaje que le motiven y den respuesta a sus intereses. Procurarle un papel más activo, para que se implique con su propio proceso de aprendizaje. En definitiva, hacerle pasar de receptor pasivo de información, a desarrollar un papel más activo para que pueda trabajar la información y dotarla de significado.
- Además, es aconsejable mostrarle el valor del esfuerzo. Hacerle conocedor de que si se implica y pone empeño puede conseguir resultados, para lo que hay que enseñarle a organizarse y planificarse.
- También funciona ayudarle a proponerse metas. Esos pequeños objetivos asequibles a corto plazo evitarán que se desanime con la meta final, y le ayudarán a encontrar motivaciones a lo largo del camino.
- Y fundamente, respeta sus ritmos, no podemos permitir que todos aprendan lo mismo al mismo tiempo.