Desmontando mitos sobre el autoconsumo y las placas solares

Desmontando mitos sobre el autoconsumo y las placas solares

El 14 de febrero, además de ser una fecha marcada en el calendario de las parejas enamoradas, también se celebra el Día Mundial de la Energía, una iniciativa que tiene como objetivo promover el uso de energías limpias y renovables.

En los últimos años, como respuesta a la inestabilidad y los picos históricos del precio de la electricidad registrados en España, miles de familias han encontrado en el autoconsumo una solución para reducir su factura de la luz. De hecho, según datos del reciente Informe Anual del Autoconsumo Fotovoltaico de APPA, entre 2022 y 2023 se han realizado 329.043 instalaciones residenciales de autoconsumo en nuestro país.

Sin embargo, aunque cada vez están más reconocidos los beneficios del autoconsumo tanto para la economía doméstica como para el cuidado del planeta y el potencial del sector es enorme, aún existe cierto desconocimiento y desconfianza de parte de la población hacia esta forma de consumo eléctrico que rompe con el esquema tradicional.

Con el propósito de concienciar sobre el uso de recursos renovables e impulsar la independencia energética, Comunidad Solar, responde a los 5 principales mitos que frenan la transición de los hogares españoles hacia modelos de autoconsumo:

El autoconsumo es exclusivo para viviendas unifamiliares: Está muy extendida la creencia de que el autoconsumo fotovoltaico está restringido a familias que residen en chalets o adosados, pero lo cierto es que existen diversas opciones que no dependen de tener un tejado propio. En España, el 65% de la población vive en pisos y puede disponer de sus propios paneles en un parque solar a decenas o cientos de kilómetros de su hogar (autoconsumo remoto); acordar con sus vecinos la instalación de paneles en el edificio (autoconsumo colectivo); o aprovechar la energía generada en una instalación centralizada en una ubicación cercana (comunidad energética).

El autoconsumo es poco rentable: El prejuicio popular de que el autoconsumo tiene un coste económico elevado choca frontalmente con su gran rentabilidad. En primer lugar, en los últimos años las regulaciones han pasado de frenar el autoconsumo con el Impuesto al Sol -derogado en 2018- a incentivarlo con subvenciones. En segundo lugar, la tecnología solar ha evolucionado enormemente en la última década y se ha abaratado, haciendo que la inversión en autoconsumo sea mucho más accesible para la gente. Por último, Comunidad Solar cifra el ahorro medio mensual en la factura de la luz en un 70% y estima que las inversiones se amortizan en un periodo de 6 años.

El autoconsumo solo es posible en las regiones más soleadas: Aunque es cierto que las nubes densas reducen el rendimiento de los paneles solares, mucha gente desconoce que estos no recogen la luz sino la radiación solar, por lo que siguen produciendo energía incluso en los días en los que el cielo no está despejado. Si bien es cierto que Murcia o Andalucía son localizaciones más eficaces para el autoconsumo que otras con menos horas de sol como Galicia o País Vasco, cualquier región de nuestro país tiene mayor potencial solar que el de las principales ciudades europeas. Además, el modelo de autoconsumo remoto permite la posibilidad de generar la energía solar en los lugares con mejores condiciones y consumirla en otros menos favorables.

Los paneles solares son perjudiciales para el medio ambiente: La energía solar es limpia, renovable y cumple un papel importante para el bienestar del planeta, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles que son los principales emisores de gases de efecto invernadero. El impacto ambiental de la fabricación de paneles solares es muy inferior a la de otras formas de energía, y al final de su vida útil la mayoría de sus componentes son reciclables.

Los paneles solares requieren un mantenimiento exhaustivo: El argumento de que las placas fotovoltaicas son frágiles está alejado de la realidad. La innovación tecnológica ha permitido que actualmente los paneles sean muy resistentes y tengan una vida útil de entre 25 y 30 años. Suelen estar cubiertos con vidrio templado, que protege las células solares de su interior frente a impactos, vibraciones y cambios climáticos. El mantenimiento esencial consiste en retirar la suciedad y el polvo 3 o 4 veces al año para que tengan el máximo rendimiento.

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