Cuidarse en el embarazo es una obviedad, pero no siempre se ha hecho teniendo en cuenta a los microorganismos intestinales que nos ayudan y que realizan funciones esenciales para la mamá y también para el futuro bebé. Por eso, es fundamental cuidar de la microbiota durante esta época y fijarse de manera especial en un tipo de bacterias: las bifidobacterias.
El embarazo es uno de los momentos más bonitos y especiales en la vida de una mujer. Además de todos los sentimientos y cambios que se producen a nivel anímico ante la llegada del futuro bebé, el cuerpo de la mujer experimenta una gran multitud de procesos y cambios muy complejos que ayudan en la gestación y que también afectan a la microbiota.
Los profesionales de la salud recomiendan que las futuras mamás “preparen” su salud de cara a la gestación, para poder estar en unas condiciones clínicas plenas de cara a los siguientes nueve meses. Algunas de las cuestiones que se tienen en cuenta son el equilibrio de la microbiota y la salud oral, que tienen un impacto directo en el feto.
¿Cuál es la relación de la microbiota con el embarazo?
El embarazo se acompaña de modificaciones en la microbiota intestinal, que se asocian además con cambios en los perfiles de la microbiota oral, cutánea y vaginal, entre otras. En general, los estudios científicos realizados hasta el momento han evidenciado que en esos cambios destaca un incremento de la abundancia relativa de bifidobacterias.
Las bifidobacterias son un género de microorganismos anaerobios, es decir, que no pueden crecer en presencia de oxígeno y que están presentes en el intestino, pero también en la boca y en la leche materna.
Son, junto a los lactobacilos, uno de los géneros bacterianos más beneficiosos para nuestra salud, puesto que nos ayuda en el refuerzo de nuestro sistema inmune, en la digestión de algunos alimentos, en la lucha contra microorganismos patógenos o en la producción de sustancias esenciales, como los ácidos grasos de cadena corta.
Este aumento de bifidobacterias del que estamos hablando se da, de manera más acusada, en el tercer trimestre de embarazo. Esto se debe en gran parte a la progesterona, la principal hormona que interviene en el proceso de gestación y que modifica la microbiota de forma directa.
No es la única. Es sabido que los cambios hormonales generan modificaciones en la composición microbiana de las mujeres. Por ejemplo, las variaciones hormonales durante el ciclo menstrual y la menopausia tienen su reflejo en la microbiota, modificando su composición.
Además del aumento de bifidobacterias, la mamá embarazada sufre cambios en su microbiota que son similares a los que se observan en pacientes con síndrome metabólico, como el aumento de las Proteobacterias.
Según se explica en el ebook “Bifidobacterias, programando la salud futura”, elaborado por el equipo de expertos de Nutribiótica, este proceso se da “para favorecer la ganancia de peso, además de proveer correctamente al feto de recursos energéticos”.
Beneficios de las bifidobacterias en el embarazo
Además de sus propiedades, a nivel general las bifidobacterias tienen una serie de beneficios concretos para la mamá embarazada:
- Tienen un efecto beneficioso sobre la salud metabólica de la madre, ya que ante una dieta hipercalórica y ante los cambios que referíamos anteriormente, las bifidobacterias regulan la ganancia de peso en forma de grasa
- Mejoran la respuesta a la insulina
- Optimizan la función del sistema inmune, ya que interactúan con las células inmunitarias, regulando tanto la respuesta innata como la adaptativa
- Ayudan a controlar la inflamación de bajo grado
- Protegen de potenciales infecciones, no solo en el tracto gastrointestinal, sino también a nivel vaginal y pulmonar
Dados estos beneficios, en el caso de que la madre no tenga las suficientes bifidobacterias podría estar en riesgo de sufrir complicaciones en el proceso de gestación.
Microbiota oral y vaginal, cuidarlas durante la gestación
Cuando una mujer se queda embarazada, una de las primeras revisiones a las que tiene que acudir es a la del dentista. La salud oral está mucho más conectada de lo que parece con la salud de la mamá y con la del feto.
De hecho, algunas de las enfermedades orales más comunes, como la periodontitis, en la que se produce un incremento de ciertas bacterias patógenas, son un factor de riesgo que puede llevar a complicaciones como el parto pretérmino o que el bebé nazca con un peso por debajo del habitual.
Por su parte, la microbiota vaginal, llamada Flora del Döderlein, tiene su propia composición, que también debe estar en equilibrio, pero que cambia con el embarazo. Va pasando de una composición más variada a otra más homogénea, en la que predominan los lactobacilos. Estos microorganismos aumentan, sobre todo, en el segundo trimestre y serán transmitidos al bebé durante el parto vaginal.
Este traslado de bacterias de la madre al hijo se produce gracias al paso del bebé a través del canal del parto, por eso, esta manera de nacer es preferible frente a una cesárea. Dentro de los microorganismos que se transmiten de madre a hijo en el momento del parto además de los lactobacilos, destacan, de nuevo, las bifidobacterias, especialmente Bifidobacterium longum.
Probióticos durante el embarazo, fórmulas específicas a base de bifidobacterias
La modulación de la microbiota es cada vez una práctica clínica más común, gracias a la actualización de los protocolos médicos y de los profesionales de la salud y a las nuevas evidencias científicas que nos brinda la investigación.
Como hemos visto, las bifidobacterias son un género esencial en toda la etapa pediátrica, desde el momento de la gestación hasta los primeros años de vida del bebé, por eso a veces se recomienda una suplementación probiótica para la futura mamá.
Para ello, se debe contar con probióticos que estén formulados con cepas específicas de bifidobacterias, que sean de origen humano (para que puedan llegar vivas al intestino y formar colonias) y de IV Generación, de tal manera que superen la acidez estomacal.
Cualquier pauta probiótica debe estar diseñada y dirigida por un profesional de la salud, para así garantizar su adecuación tanto para la mamá como para el recién nacido.