La luz afecta directamente a la salud, el rendimiento, el estado anímico y el confort. Diversos estudios han demostrado que el ciclo biológico del cuerpo humano está directamente relacionado con la iluminación.
Nuestro cuerpo responde con cambios físicos, mentales y conductuales a la luz y la oscuridad del ambiente que nos rodea, de ahí que el organismo tienda a dormir por la noche y estar despierto-activo durante el día.
Si queremos favorecer el descanso y el estudio de nuestros hijos, lo aconsejable es adaptar la iluminación de los espacios que más usan a la actividad que queremos desarrollen en ellos. El ojo tiene en la retina unos fotorreceptores que se activan con la luz y el cuerpo interpreta, según su temperatura de color, si debe activarse o relajarse. Pero… ¿qué tipo de iluminación debemos poner en cada espacio? Los expertos de SULION, compañía española experta en luminarias decorativas, nos dan la clave:
– Dormitorio: Para relajar el cuerpo y la mente de nuestros hijos antes de ir a dormir, es aconsejable instalar luminarias con luz cálida 3000K (amarilla). Esta temperatura de color en la luz es interpretada por el ojo con la noche y el momento de descanso. “El objetivo es preparar el cuerpo para dormir y que comience la segregación de melatonina que influye directamente en los ciclos del sueño. Contar con una lámpara cerca de la cama con luz cálida para leer un libro o contarles un cuento antes de dormir, les ayudará a desconectar y bajar su ritmo de actividad. No obstante, aunque invite a la relajación, la luz tiene que ser suficiente para no forzar la vista”, explica Anne Cheneviere, Product Manager de Producto Decorativo de SULION.
– Cuarto de estudio: La mejor luz para estudiar y leer es la que permite al ojo relajarse sin hacer un sobreesfuerzo. La mejor iluminación para el estudio es la que ilumina el libro o documento de forma directa y desde arriba o desde “nuestra cabeza”. Es importante que no se produzcan sombras sobre el papel; así, si se usa un flexo, las personas zurdas tendrán que situar la luz a su derecha y las diestras, a su izquierda con el fin de que la propia mano no genere sombra al escribir. La mejor luz para leer es la luz natural, así que elegir una luminaria que se asemeje será lo más adecuado.
“Para el estudio aconsejamos una lámpara de luz blanca neutra, en torno a los 4000K que son las más parecidas a la luz solar en la etapa central del ciclo. Como mínimo, la fuente de luz ha de tener 400 lúmenes, independientemente de su tecnología. Fíjate en la postura de tu hijo cuando hace sus deberes o en la tuya propia cuando estás trabajando. La falta de luz hace que forcemos la espalda y cervicales para acercarnos más al papel; mientras que una iluminación adecuada corregirá las malas posturas”, expone Cheneviere.
Si el espacio de estudio y dormitorio es el mismo, el mercado ya cuenta con tecnología para adaptar la luz a cada actividad. SULION, por ejemplo, ha desarrollado el flexo TOUCH que puede cambiar la temperatura de color de la luz desde más cálida a más fría adaptándose a las distintas necesidades. Así una misma luminaria puede ofrecer una luz amarilla para la noche y una luz blanca o azul para estudiar.
– Sala de juegos: Dependiendo de si queremos que tengan un juego más activo o más calmado podemos regular la luz de los espacios para jugar. Las horas en las que nuestro cuerpo está más activo es entre las 9 de la mañana y las 3 de la tarde, que es cuando más luz solar hay en el exterior. “Para un juego activo, contaremos con luminarias directas e indirectas de luz blanca o azul que se asemejen a la luz exterior al mediodía; mientras que para un juego más pausado, próximo al momento de ir a la cama, es aconsejable apostar por menos luz y que sea amarilla, cálida”, aseguran desde SULION.
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