Dos diferentes maneras de comer calçots

Dos diferentes maneras de comer calçots

Otra propuesta a partir de este plato típico de la cocina catalana, nada menos que calçots rebozados en panko.

Continúa la época de calçotadas y tras la hamburguesa del mes de enero “La Calçota”, Timesburg presenta en su recién inaugurado GOLD (Casanova, 246), otra propuesta a partir de este plato típico de la cocina catalana, nada menos que calçots rebozados en panko, el célebre pan rallado japonés que les da un punto más crujiente, como entrante a pedir junto a cualquiera de sus hamburguesas. Con ocho locales en Barcelona y uno en Madrid, Timesburg ofrece ambas maneras de degustarlos, y lo más importante, sin necesidad de usar el clásico babero. 

Hamburguesa La Calçota y Calçots rebozados con panko, ambos con su salsa romesco

Pocas tradiciones catalanas son tan reconocidas como los míticos calçots, esas tiernas cebollas que parecen puerros y abundan sobre todo en la provincia de Tarragona, en la localidad de Valls. Las calçotadas son casi una religión en esta época del año, una oportunidad más para reunirse entre amigos o familia en torno a la comida. Su elaboración es sencilla pero laboriosa, que llega hasta carbonizar su parte más blanca a la parrilla para envolverlos en papel de periódico e introducidos en bolsas, para que terminen finalmente de “hacerse”. De igual manera, se preparan a la brasa en los restaurantes Timesburg, pero la forma de comerlos es distinta. Por un lado, forman parte ineludible de la hamburguesa “La Calçota” (hasta el 31 de enero) y por otro pueden degustarse como entrante en el recién inaugurado Timesburg GOLD (Casanova, 246), preparados de una manera muy original, rebozados con panko, el clásico pan rallado japonés que los hace más crujientes, idea del chef Xavier Tranque.

¿En hamburguesa o rebozados con panko?

Agustín Moreno y Xavier Tranque son los responsables de la cocina en Timesburg.

El primero, nos habla de la elaboración de La Calçota, hamburguesa con tomates de la tierra, base de lechuga, mayonesa marca de la casa y cómo no, la clásica salsa romesco que siempre acompaña a los calçots que incluye dentro, razón por la que el babero esta vez no es imprescindible cuando nos enfrentamos a ella. Su carne es 100% ecológica y respecto al pan, en los locales de Barcelona se utiliza el de cristal y en el de Madrid, pan de mollete: “Lo primero es pelarlos y limpiarlos bien para asar al papillote en la parrilla, que no se quemen demasiado y se pongan blandos y sabrosos, hechos en todo su jugo, ese es uno de sus principales secretos”. Respecto a los calçots que encontramos en GOLD, el local de la calle Casanova y rebozados con panko, su chef Xavier Tranque destaca como particularidad, lo crujientes que quedan: “Es más ligero y suave que el pan rallado que todos conocemos, además nunca se ralla ya seco, sino fresco, y el sabor es también diferente, pues pese a que el japonés es de comer poco pan, el que elaboran, se hace con leche”.

La salsa romesco, parte fundamental de los calçots

No hay calçots sin salsa romesco, cocinada con tomates maduros, ajos, sal, aceite de oliva, ñoras, pan tostado, almendras y avellanas tostadas, vinagre, guindilla y pimientos rojos secos, si bien hay variaciones dependiendo del gusto de los comensales y el lugar. La romesco y los calçots son tradicionalmente consumidos a finales de invierno, que suelen ir acompañados de unas buenas carnes y butifarras, tal y como hacen en la localidad de Valls, por lo que la opción de consumirlos dentro de una hamburguesa como “La Calçota”, no resulta en absoluto descabellada. Su precio es de 8,90€ y tanto en Madrid como en Barcelona está todavía disponible.

 

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