¿Los electrodomésticos duran menos? El debate sobre la obsolescencia programada

¿Los electrodomésticos duran menos? El debate sobre la obsolescencia programada

En los últimos años, muchos usuarios han reclamado que ciertos electrodomésticos ya no parecen durar tanto como antes. Un ejemplo frecuente es el microondas, que solía acompañar a las familias por años, pero hoy podría comenzar a presentar fallas antes de tiempo. Esta situación ha llevado a preguntarse si los aparatos actuales están diseñados para fallar tras un tiempo determinado. A este fenómeno se le conoce como obsolescencia programada, un concepto que ha despertado creciente interés.

Uno de los aparatos que ha entrado en este debate es la lavadora secadora, un equipo indispensable en muchos hogares. Su sofisticación tecnológica ha mejorado el rendimiento, pero también ha traído consigo componentes más delicados o difíciles de reparar. En algunos casos, los repuestos no están disponibles después de algunos años, o el costo de una reparación resulta tan elevado que muchos optan por adquirir un modelo nuevo. Aunque esto podría explicarse por avances tecnológicos o cambios en el diseño de producción, también hay quienes sospechan que podría responder a una estrategia comercial pensada para acortar la vida útil de los productos.

Sin embargo, es importante considerar que no siempre se trata de una práctica intencional. El desgaste natural de las piezas, el uso intensivo o incluso la falta de mantenimiento también pueden influir en la duración de los electrodomésticos. Además, la evolución constante del mercado y la demanda por nuevas funciones han impulsado a los fabricantes a innovar, lo que a veces deja atrás modelos anteriores que ya no reciben soporte técnico.

Pese a ello, el término obsolescencia programada ha ganado espacio en la conversación pública. Se refiere, teóricamente, a la planificación deliberada de una vida útil reducida en los productos, con el objetivo de fomentar el recambio. En este escenario, los consumidores se ven enfrentados a decisiones complicadas: reparar un microondas que presenta fallas mínimas puede resultar más caro que comprar uno nuevo, al igual que electrodomésticos incluso más costosos, como la lavadora secadora

Esta percepción ha motivado a algunas personas a buscar alternativas. Algunos consumidores optan por marcas que ofrecen garantías extendidas o compromiso con la disponibilidad de repuestos. También ha crecido el interés por movimientos como el “derecho a reparar”, que plantea la necesidad de que los fabricantes faciliten la información y piezas necesarias para alargar la vida útil de los productos.

En ese contexto, surgen también iniciativas orientadas al consumo responsable. Elegir un producto no solo por su precio o apariencia, sino por su durabilidad y capacidad de ser reparado, se vuelve una decisión relevante. Aunque todavía no existe consenso absoluto sobre cuán extendida está la obsolescencia programada, sí hay acuerdo en que prolongar el uso de los productos puede ser beneficioso tanto para el bolsillo como para el medioambiente.

Si bien no se puede afirmar de manera categórica que todos los electrodomésticos estén diseñados para fallar, es válido cuestionar los motivos detrás de su corta duración. Ya sea por factores comerciales, tecnológicos o de diseño, lo cierto es que el debate sobre la obsolescencia programada ha llevado a muchos a observar con mayor atención lo que compran y a preguntarse si un cambio en sus hábitos de consumo podría marcar la diferencia.

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