Lobo Studio, destaca nueve claves esenciales que definen la evolución del lujo en esta nueva era: más sensorial, emocional y conectado con la autenticidad
Tener una casa pequeña no es un problema. El problema es decorarla como si no lo fuera. Muchas veces, sin darnos cuenta, tomamos decisiones estéticas que hacen que un espacio parezca aún más reducido, saturado y agobiante. Y lo peor es que no siempre se trata del tamaño real, sino de la sensación que transmite
Un giro generacional, económico y emocional. En España, el ideal de “la casa en propiedad” ha sido durante décadas un símbolo de estabilidad y éxito. Sin embargo, ese sueño parece estar dando paso a una nueva realidad. Según el informe Radiografía del Hogar 2024 de Fotocasa y Mitma, más del 40 % de los jóvenes de entre 25 y 34 años viven de alquiler, y no precisamente por elección: el 80 % preferiría comprar, pero no puede. Y lo más revelador: incluso personas con solvencia eligen alquilar por flexibilidad, movilidad…
El entorno en el que vivimos influye más de lo que imaginamos en nuestro estado de ánimo. No es lo mismo despertarse en un dormitorio caótico y oscuro que en un espacio luminoso y armonioso. Los colores, la luz, el orden e incluso los materiales que nos rodean pueden convertirse en aliados silenciosos de la felicidad… o en pequeñas trampas que nos roban energía sin darnos cuenta
Reformar una casa es un reto emocionante, pero también un campo minado de errores que pueden costarte tiempo, dinero y calidad de vida. Lo que en Pinterest se ve espectacular, en la realidad puede convertirse en un auténtico dolor de cabeza. Antes de lanzarte a la obra, toma nota de estos errores comunes que pueden convertir tu reforma en un desastre.
El hogar del siglo XXI ha dejado de ser un espacio estático para convertirse en un reflejo de los cambios sociales y culturales que estamos viviendo. Si antes la casa estaba pensada para familias tradicionales, hoy debe adaptarse a realidades más diversas: familias monoparentales, parejas sin hijos, personas solteras con mascotas e incluso viviendas compartidas entre amigos o compañeros de trabajo. Además, nuestras prioridades han cambiado. Buscamos hogares más flexibles, sostenibles y tecnológicos, donde el bienestar y la funcionalidad sean la clave