Cuando el equipo de Luzio Design & Projects entró la primera vez en este piso de la zona alta de Barcelona supo que la reforma debía ser integral, ya que se trataba de una vivienda muy antigua, a la que nunca se le había hecho ninguna intervención. La
acababa de adquirir una familia con tres hijos, por lo tanto, el proyecto de la obra debía partir de cero, poniendo el foco en una nueva distribución que respondiera a las necesidades de los actuales propietarios. Y es que los 150 metros cuadrado del piso se
presentaban excesivamente compartimentados, ¡superando las diez estancias!
En este sentido, hubo dos peticiones importantes por parte de la familia. La primera, que los dormitorios de los tres hijos debían tener las mismas dimensiones y la segunda, que la zona común debía de ser lo más amplia y diáfana posible. El equipo de Luzio
Design & Projects marcó estas prioridades sobre el plano, tras el derribo de todas las paredes, y lo que consiguió fue una nueva distribución “muy bien aprovechada, prácticamente sin pasillo, en la que se estableció una pastilla rectangular en la parte más interna de la vivienda donde se alinean los cuatro dormitorios (incluida la suite) y la zona de cocina, salón y comedor completamente abierta se ubicó con vistas a la calle y en forma de L”, explica Xavi Martinell, interiorista del equipo de Luzio Design & Projects.
Dos joyas arquitectónicas originales
La intervención en este proyecto, además del derribo y la obra nueva, ha incluido también el interiorismo con decoración y atrezzo, un trabajo completo tan minucioso en el que es imposible no percibir el sello del estudio en cada pieza seleccionada y, a la vez, en la ambientación del conjunto. Martinell lo define como “un piso singular, con mucho carácter y un toque industrial”.
En esta descripción tiene mucho que ver la recuperación de dos elementos estructurales de origen de la vivienda, como son el techo con las bóvedas de volta catalana y las paredes de ladrillo visto del salón y la suite. Ambos dan idea de la antigüedad de la vivienda y fueron una sorpresa, dado que estaban ocultos y surgieron con el trabajo de las obras. Los propietarios quisieron mantenerlos, ya no solo por la altura que se ganaba, sino también por la personalidad que aporta a la estancia.
La singularidad de esta vivienda procede tanto de los elementos arquitectónicos originales descubiertos a posteriori, como de la propia distribución acordada con los propietarios, ya que se ha prescindido del recibidor al uso y se accede directamente a la
cocina semi-abierta a la gran zona social. Esto, sumado a la estética industrial, plantea una visión de vivienda tipo loft, sin distancias entre la zona de día y la de noche, y con un pavimento de parquet de lamas de roble muy claro como hilo conductor.
Cocina-recibidor
Cuando entras en el piso la percepción inicial es de semi-penumbra, dado que esta primera estancia no tiene luz natural, pero cuando la iluminas resulta muy acogedora gracias al diseño del espacio y las piezas que forman parte de él. De hecho, el mérito de estas sensaciones responde al estudiado planteamiento que requería esta estancia, ya que se trata de la cocina que incluye, a su vez, el recibidor.
Gracias a su diseño, el hecho de acceder desde la entrada directamente a la cocina, prácticamente no se percibe como tal, ya que lo primero que te encuentras es una consola antigua de madera, con un espejo y una lámpara, piezas completamente identificativas en un recibidor. Y con la visión de este mueble, de un cuadro y de la gran isla se consigue restar el efecto funcional propio que tiene realmente este espacio. La gran protagonista aquí es la isla, que se presenta como una pieza única, de casi 3,5 metros de largo, con el sobre de madera recuperada de 6 cm de grosor y planteada como un soporte muy versátil. Uno de los extremos se ha reservado en forma de barra volada, con cuatro taburetes.
Bien es cierto que la línea moderna y minimalista de toda la cocina hecha a medida, en color gris oscuro lacado y sin tiradores, también ayuda mucho suavizar su funcionalidad, ya que, además, los principales electrodomésticos se integran alineados todos en la pared que queda a la espalda cuando entras, y muchos de ellos son panelados para resultar más discretos si cabe.
La isla también ayuda a articular el tráfico de la cocina, ya que deja dos zonas de paso paralelas y en línea con el muro de carga que se tuvo que mantener, aprovechándolo para colgar la televisión. Dicho muro también actúa de separador visual respecto al salón-comedor colindante, permitiendo, a su vez, que entre la luz natural.
Salón-comedor y despacho
Siguiendo una forma de L sobre plano, y aún mediando esta estructura de carga, estamos hablando de un espacio común abierto a la cocina, dado que no existen puertas que separen ambas estancias.
Es al acceder a este gran espacio rectangular de unos 10 metros de largo, donde los ojos se van irremediablemente al techo original de volta catalana recuperado que le aporta carácter y altura a la zona social de la vivienda. El espacio se ha planteado abierto, aunque se diferencian tres ambientes con su respectiva función: comedor, salón y despacho.
En el extremo más próximo a la cocina se ha ubicado el comedor para seis personas con una mesa que sigue la línea de estilo industrial de todo el mobiliario de este espacio, combinando madera y hierro.
En la parte central está el salón con un enorme sofá con chaiselongue hecho a medida y confeccionado en terciopelo de lino y algodón, que se complementa con la mesa de centro diseñada a partir de una puerta antigua china sobre una estructura de hierro y con el mueble del televisor que también combina madera recuperada y hierro para seguir con el toque industrial moderno. La gran alfombra iraní, con la piel de cebra sobrepuesta, completan este ambiente.
En el otro extremo se ha creado un pequeño despacho para teletrabajar, enmarcado por la pared de ladrillo visto original. El mueble del escritorio es una mesa india antigua que se ha situado frente a las dos estanterías de madera y hierro que pertenecen a la misma colección que el de la televisión. Y lo mismo sucede con la butaca que, en este caso, es de la misma colección que las del comedor.
El objetivo es crear una envolvente armoniosa, con piezas que combinen entre sí, a partir de una base similar de materiales y una paleta cromática muy neutra centrada en marrones y negros, dejando los colores más atrevidos para los accesorios decorativos y textiles. Y todo ello sobre un suelo de madera muy claro, casi blanco.
Este gran espacio presume de una gran luminosidad natural gracias a los tres ventanales que tiene y que el estudio Luzio Design & Projects vistió con unos estores ligeros confeccionados en lino blanco que tamizan la luz. En cuanto a la iluminación artificial, se optó por combinar unos apliques de pared blancos situados entre las ventanas con dos líneas de focos de techo hechos
‘ex profeso’ por un herrero con un cordón eléctrico visto.
Suite
En la suite se ha mantenido la misma línea estética que en el salón. A partir de la decisión de mantener el techo original
recuperado, los toques industriales marcan presencia sobre todo en el mobiliario de la cómoda a los pies de la cama, las mesitas de noche y el pequeño escritorio, ya que combinan madera recuperada con estructura de hierro. También aquí se ha repicado la
pared de ladrillo visto para aportar carácter a la zona del cabecero, el cual se hizo a medida con un tablón de madera de teca.
La suite incluye un vestidor abierto hecho a medida el carpintero de LUZIO y situado entre la zona de descanso y el baño.
Baño
El pavimento del baño es el único de la casa que se revistió de gres porcelánico de efecto microcemento en color gris topo, el mismo que cubre las paredes para generar una envolvente uniforme, sobre la que destaca el mueble hecho a medida en roble natural, cuyo acabado aporta calidez ambiental. El contraste lo genera el color negro elegido para la grifería.