Quien disfruta de una segunda residencia la considera también su casa, ya sea en propiedad o de alquiler, aunque es evidente que las connotaciones que se le atribuyen son diferentes a las de su vivienda habitual. Paz, desconexión, tiempo en familia o con los amigos… son algunas de las sensaciones que reporta y en ello tiene mucho que ver su ubicación y, sobre todo, cómo se plantean y decoran los diferentes espacios, tanto interiores como exteriores.”Una casa de vacaciones debe ser funcional y práctica. No se trata de decorarla como nuestra vivienda habitual”, opina Rober Quiñones-Her, fundador de RQH Studio.
Hay que partir del hecho que a la hora de decidirse por una segunda residencia se suele elegir una ubicación en un lugar alejado de la ciudad, rodeado de naturaleza, que permita desconectar de los ruidos y del ritmo trepidante del día a día. En cuanto al tamaño, va a depender de cuántos ocupantes vaya a tener pero, por lo general, “se tiende a dar más protagonismo a las zonas
exteriores que a los interiores, ya que es lo que quizás no se tiene en la vivienda habitual”, comenta el interiorista. Y a la hora de hablar de materiales y tonalidades, “se suele arriesgar más, y si en la habitual se opta más por la madera y los colores neutros, nosotros siempre animamos a los clientes a que en la segunda residencia se atrevan con materiales más naturales, como la piedra o el microcemento, y por colores llamativos en ciertas piezas de mobiliario y decoración”.
Tanto la ubicación como el tiempo que pasemos en la segunda residencia también va a determinar ciertos aspectos relacionados con su ambientación. Es decir, si está en la playa o es la residencia de verano, el estudio de interiorismo recomienda optar por colores más vivos y tejidos más frescos, como el lino, pero si, por el contrario, es un destino al que se va en invierno, hay que utilizar colores más acogedores y textiles como la lana. Pero si se da el caso que la segunda residencia se disfruta durante todo el año, desde RQH Studio consideran que “lo mejor es optar por revestimientos y mobiliario neutro y atemporal e ir cambiando los textiles y pequeños objetos decorativos según la temporada para aportar ese toque diferente y más propio del momento del año”.
En líneas generales, “se trata de utilizar muebles de líneas simples y materiales nobles”, aconseja Quiñones-Her. Y en cuanto a los pequeños detalles, como los textiles, cuadros y objetos decorativos, “hay que prestarles mucha más atención”, ya que en la vivienda habitual es donde tenemos normalmente los recuerdos y objetos personales, “por lo que a veces las segundas
residencias pecan un poco de frías e impersonales”, reconoce el interiorista navarro.
Imprescindibles: luz natural, espacios exteriores y vegetación
Para RQH Studio, una segunda residencia “es muy importante que tenga mucha luz natural y que se pueda disfrutar de las vistas desde cualquier rincón de la casa”. A la hora de hablar de las diferentes estancias, el estudio recomienda que la cocina y el salón estén unidos “para mantener la comunicación entre las personas que estén en uno y otro espacio, normalmente amigos e
invitados”. En cuanto a los dormitorios y baños, “se puede prescindir de tener tanto espacio de almacenaje y los armarios que se tienen en una vivienda habitual, optando por muebles más ligeros y livianos”.
Los espacios exteriores en una segunda residencia merecen una mención aparte dada su importancia, ya que son los lugares favoritos donde pasar tiempo en familia o con los amigos de ahí que es importante amueblar y decorar estas zonas. Para ello, se
recomienda crear zonas para los distintos usos dentro del espacio exterior, por ejemplo, una zona de sofás y una mesita baja donde tomar algo de forma relajada, una mesa alta con sillas de comedor, otra con tumbonas para poder tomar el sol cerca de la piscina, etc. Siempre, eso sí, utilizando materiales aptos y resistentes para exteriores.
¿Y qué decir de la vegetación? “Siempre aporta vida y alegría a las estancias, por eso no se puede renunciar a ella en las segundas residencias”, dice el interiorista. En estos casos, se puede optar, o bien por plantas artificiales o por algunas especies que son más resistentes y no exigen tanto mantenimiento, teniendo en cuenta que no se va a acudir tan a menudo a la casa